2016
La mayoría de las parejas jóvenes consiguen el embarazo tras 6 meses de relaciones sexuales sin ningún tipo de protección y aproximadamente el 90% después de 2-3 años de intento. Por esto, si no logras quedarte embarazada, no te rindas. Desde AVANTIA queremos transmitirte que para nada es el fin, sino que hay varias vías que pueden facilitar que cumplas tu sueño. Y es que, al contrario que en otras especies animales, para embarazarnos los humanos necesitamos concedernos un tiempo.
Factores diarios que dificultan el embarazo
En las últimas décadas se han producido importantes cambios sociales que complican la situación: la incorporación de la mujer al mundo laboral y las mayores exigencias de un mercado que cada vez pide más formación y dedicación, retrasan de forma peligrosa el momento en el que se plantea tener descendencia, llevando la responsabilidad reproductiva a franjas de edad con mucha menor rentabilidad. Pero si, tras varios intentos, no logras quedarte embarazada, aún hay esperanza.
El estrés, el cansancio y una alimentación menos sana y más deficiente, hacen que disminuya la frecuencia de las relaciones sexuales, la calidad de los gametos y aumente el riesgo de aborto, mucho más frecuente a medida que la mujer tiene más años. La edad de la mujer es, por tanto, uno de los factores pronósticos más importantes en reproducción, de forma que a partir de los 35 años comienza a detectarse una pérdida de fertilidad que se incrementa a partir de los 38-40 años.
Esto no quiere decir que una mujer no pueda quedar embarazada con más años, pero sí puede ser más difícil, tanto de forma espontánea como tras la realización de técnicas de reproducción asistida. Por ello, la primera recomendación sería buscar el embarazo antes de los 35 años, aunque lógicamente eso no siempre es posible. En el varón, también existe una disminución de su potencial reproductivo con el paso del los años, pero éste es mucho menos determinante.
Llevas años intentándolo y no logras quedarte embarazada, ¿qué debes hacer?
Consultar al ginecólogo permitirá descartar la existencia de problemas causantes de esterilidad y recomendarnos un centro especializado en asistencia reproductiva si fuese conveniente. Hay estudios para valorar la esterilidad, pero no existe un examen como tal que pueda decirnos si se es o no fértil, ya que la fertilidad depende de muchos factores. Siempre habrá que considerar la posibilidad de un factor masculino.
Una historia clínica detallada será el inicio de esta revisión, debiendo registrarse antecedentes personales y familiares. Asimismo, será necesario conocer la edad de la primera menstruación, su periodicidad e historia sexual. Tras ello, una exploración ginecológica y una ecografía permitirán detectar o descartar patologías que nos aconsejen no demorar la fertilidad (malformaciones uterinas, quistes ováricos, endometriosis, miomas..) y, además, nos permite valorar la reserva folicular del ovario.
Una buena reserva (medida por edad, ecografía con recuento de folículos ováricos y por analítica hormonal, principalmente la hormona antimülleriana), puede dar más tranquilidad sobre el pronóstico reproductivo, y por el contrario, si la reserva ovárica está comprometida o alterada, alertaría sobre el peligro de demorar la maternidad. Posteriormente, se deberá iniciar un estudio con pruebas complementarias en las que se analizará el semen, se descartará la existencia de una obstrucción tubárica y se profundizará en todas aquellas sospechas diagnósticas previas.
El tiempo de búsqueda de embarazo, también es un factor pronóstico fundamental, hasta el punto en que una esterilidad con una evolución de más de cinco años, hace sospechar problemas importantes y obliga a conocer la intimidad de la interacción óvulo-espermatozoide de una pareja, aunque para ello sea necesario realizar un proceso de fecundación in vitro.
Conseguir un embarazo lleva por tanto su tiempo, siendo razonable esperar hasta 2 años cuando la edad de la mujer es menor de 35 años. Es siempre aconsejable mantener un estilo de vida lo más saludable posible manteniendo una alimentación adecuada, realizando ejercicio físico moderado con regularidad, reduciendo el estrés, tóxicos y manteniendo una frecuencia de relaciones sexuales razonable que podría establecerse en dos o tres coitos semanales, sin permitir que esta norma derive en un efecto contraproducente que reduzca la vida sexual de la pareja.
A partir de los 35 años, y sobre todo a partir de los 40, es conveniente plantear tratamiento de forma mucho más rápida. Aunque siempre puede producirse un embarazo espontáneo, aún en las situaciones clínicas más adversas, la influencia negativa del tiempo en el proceso reproductivo hace actuar muchas veces de forma empírica sin detenerse mucho en la realización de estudios diagnósticos.